Bienvenidos al Club de Lectura de la Biblioteca Municipal de Corralejo. Un espacio abierto a todas las personas aficionadas a la lectura en el Municipio de La Oliva. EntreLetras está pensado para personas con inquietudes culturales, ganas de leer, hacer amigos e intercambiar opiniones con otras personas. En realidad, el libro es sólo un punto de partida...

4 de marzo de 2012

13ª lectura: "El extranjero", de Albert Camus


El extranjero (1942) es una novela del escritor francés Albert Camus. El personaje de la obra es un ser indiferente a la realidad por resultarle absurda e inabordable. El progreso tecnológico le ha privado de la participación en las decisiones colectivas y le ha convertido en “extranjero” dentro de lo que debería ser su propio entorno.
El protagonista, el señor Meursault, comete un absurdo crimen y, a pesar de sentirse inocente, jamás se manifestará contra su ajusticiamiento ni mostrará sentimiento alguno de injusticia, arrepentimiento o lástima. La pasividad y el escepticismo frente a todo y todos recorre el comportamiento del protagonista: un sentido aburrido de la existencia y aun de la propia muerte.
La obra de Camus advierte sobre el hombre que está siendo creado. Es una denuncia frente a una sociedad que olvida al individuo y le priva de un sentimiento de pertenencia activa en la comunidad. Fue premonitorio respecto al ciudadano occidental que se encontrará la sociedad tras la II Guerra Mundial. Camus escribió una obra provocadora en cuyo trasfondo aparece el rostro desgarrado de una Europa herida y violada por dos guerras mundiales, pintó una historia gris donde el paisaje está oscurecido por la extirpación de cualquier pasión o voluntad del hombre.

“María estuvo a buscarme por la tarde y me preguntó si que­ría casarme con ella. Dije que me era indiferente y que podíamos hacerlo si lo quería. Entonces quiso saber si la amaba. Contesté co­mo ya lo había hecho otra vez: que no significaba nada, pero que sin duda no la amaba. ‘¿Por qué, entonces, casarte conmigo?’, di­jo. Le explique que no tenía ninguna importancia y que si lo desea­ba podíamos casarnos. Por otra parte era ella quien lo pedía y yo me contentaba con decir que sí. Observó entonces que el matrimo­nio era cosa grave. Respondí: ‘No’. Calló un momento y me miró en silencio. Luego volvió a hablar. Quería saber simplemente si ha­bría aceptado la misma proposición hecha por otra mujer a la que estuviera ligado de la misma manera. Dije: Naturalmente "

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